Galería de arte contemporáneo: pintura, escultura… C/ Antoni Maura 11, Pollença, Mallorca.

Carlos Prieto

Pintor

Carlos Prieto, Palma (Mallorca) 1987

Carlos roba la belleza como nadie porque la descubre y asimila desde la más tierna niñez. El pecho universal de distintos maestros le permite canalizar sus sentimientos e ideas hacia el horizonte de su madurez.

Porque Carlos, considera su progreso artístico como un caso amoral en cierto modo, ya que piensa que le ha robado una parte de la belleza al mundo para construir su propia civilización interior. Y al decir robar, no se refiere a robar o a otros elementos que tienen que ver con el Arte, sino robar una galaxias de Arte completa. Y ese robo lo comete siempre a través de los sentidos con los que reinterpreta dicha realidad, sobre todo la de los clásicos del siglo XIX, y entre ellas la del mundo que gira en torno a Tolouse Loutrec, recreando algunas de las escenas en las que no faltan los cabarets, las putas, los borrachos, los intelectuales ni la señoras de alta alcurnia para recrear escenas de un pasado diluido por las desdichadas estirpes que siguieron a una algarabía de putas, beodos y vividores de todas las raleas…

Eso es lo que encontrareis en gran parte de la obra de Carlos Prieto, sobre todo en la de sus primeras épocas eso es exactamente lo que hace Carlos Prieto y lo hace por ser un joven aventurero, que huyendo del estudio de las Matemáticas se introduce en el mundo del Arte a través de la senda de lo desconocido, lo que le lleva a convertir su existencia en el trabajo más feliz y amoroso de todos.

Carlos Prieto Velasco nace en Palma de Mallorca el 3 de noviembre de 1987. Hijo de Pedro Prieto, periodista, y de Celia Velasco, ex azafata, ex periodista, ex empresaria y en la actualidad escritoras, con siete libros publicados.

Carlos, que desde que nació el Arte le guardaba una parcela en su mundo, no se enteró de ello hasta que hizo bachiller, coincidiendo con el traslado de casa desde el Coll den Rabassa al Amanecer. Poco antes de esto, el pintor murciano afincado en Palma hasta que regresó a Murcia, (Águilas), viendo un día sus dibujos les dijo a sus padres, Habemus pintor. Lo cierto es que Carlos, coincidiendo con ese cambio de domicilio, comienza el bachiller en un instituto próximo a él, el IES — Llompart, y como no le gustan las Matemáticas, opta por inscribirse en el bachiller artísticos, no solo por el Arte en si, sino también porque considera estos estudios más asequibles a su predisposición como estudiante. Sus padres vacían el garaje, aparcan los coches en la calle, y Carlos convierte ese espacio en su estudio. Un buen día, Manolo Coronado vuelve a casa de Carlos, almuerza con sus padres y les propone que viaje con él por unos días a Águilas (Murcia) para que pinte. Carlos le dice que sí, que va. Se pasa en tierras murcianas más de una semana pintando lo que le viene en gana, excepto una cosa: el viento. “Nunca olvidaré aquel día  recuerda ahora el artista- en que Manolo me dejó en la ladera de una colina, diciéndome: Volveré por la tarde a buscarte, mientras tanto, pinta el viento”.